BLOG-TRAILER

viernes, 6 de octubre de 2006

Entrañable Frida:

Ficcionar es soñar despiertos. Y como dice mi personaje-narrador de “Abstracto bilingüe” (publicado en la antología de Alfadil), pues “Yo no sé lo que es el insomnio. Ni el estreñimiento. Deduzco que un insomne es alguien estreñido del sueño. Y un estreñido, un insomne de heces. Ano en vigilia. Náufrago del baño. Culo en vela. Sin viento”.

Ciclo circadiano mediante, yo lo que tengo es el horario revuelto. Mi metabolismo es así y se catapulta con la oscuridad. Pero lo que quiero ahora es invitarte a soñar despiertos, igual que cuando tú encontrabas leones en tu armario, ¿recuerdas?

Soñemos, pues, Frida, que, además del muro mexicano, República Dominicana, Cuba y Haití se nieguen a aceptar la ola masiva de inmigrantes gringos que llegan en cayucos, balsas, pateras, gomas inflables a sus playas.

Soñemos que Canadá levanta un muro de hielo (y no es una simple metáfora gélida), congelando el tránsito de estadounidenses a través de sus fronteras.

Soñemos, Frida, no sé, que el cine made in USA se queda varado en Hollywood (y lo siento por gente como Sean Penn, Sam Shepard o la soberbiamente sesentona Susan Sarandon). I’m sorry también por el queso crema philadelphia de Kraft (carajo, Frida, te juro que esto no es una cuña publicitaria intertextualizada, ¡qué va!).

Soñemos (y me cito de nuevo, porque no creo que logre expresarme mejor, salvo un parafraseo) que no “electrificarán las costas y ya está”. Que no “cerrarán las fronteras and that`s enough”. Que no “nos vigilarán más satélites y will be okey” (…) “Prefiero las mamadas de Clinton a un mamandatario exterminator. Practiquemos el sexo oral y no la guerra. Eyacular sobre el vestido de una pasante es menos escandaloso que salpicar a civiles de sangre. Invoco el espíritu de Whitman, aquel Walt que se pudrió gloriosamente bajo tierra, ahorrándose la indignidad de ser congelado como su tocayo megalómano, cursi y churrigueresco que mandó a construir worlds y landias sobre pantanos y terrenos baldíos adquiridos por cuatro lochas and five cents. Apelo a la gesta amorosa y altiva de Woodstock. Make love, for your own pleasure, no war, please. Aunque aquí masacraron a los pieles rojas y compraron Alaska por un puñado de siete dólares. And they shoot Kennedy, don`t they? Y apagaron a Luther King. Remember Lennon. Don’t forget Vietnam. How do you feel about it, Dick? Are you Kissinger? No, I’m fucking her!”

Soñemos que se tienen que comer todas sus cheeseburguers y french fries, sus millones de litros de syrup para las hotcakes, plagadas de toneladas de peanut butter, carbohidratos y colesterol malvado que te tapona las arterias. Soñemos que engordan hiperbólicamente (¡viva Botero!) y se les hunde el piso bajo sus pies.

Me divierte pensar, Frida querida, que, en esta estacionalidad maniqueísta en que vive Venezuela, tras leer esta epístola que te dirijo, los oficialistas me tildarán de escuálido y los oposicionistas de comecandela, cuando a mí lo más que me define es ser “kimérico polimérico” por mi hija Kim; “edithesco” por mi musa Edith y “lorenianus” por mi hija Lorena. Me endilgaría también, a lo sumo, “stirneriano” por el buen Max y “eterno adolescente”, dado mi espíritu whitmaniano.

Ay, coño, Frida, faltan todavía dos meses de promesas, discursitos y balbuceos. Por lo pronto, yo enmudezco la televisión e incremento el volumen de Dvorak, Holst, Mussorgsky, Grieg y, sobretodo, la voz inconfundible de Mick Jagger a capella: “you can’t always get what you want, “you can’t always get what you want”. Luego, tras un silencio imperceptible, vuelve el bocazas de los Stones y me susurra directo al oído, con sus labios pegados al pabellón de mi oreja derecha: “I can’t get no” (punteos de guitarra) satisfaction, I can’t get no” (punteos de guitarra) satisfaction”. Aunque debo confesar que siempre se cuelan los gestos, la mímica altisonante y destemplada de los proselitistas políticos y sus adláteres vociferantes. Es entonces cuando apelo a Led Zeppelín con su “Kashmir” in crescendo que detestan mis vecinos, pues produzco considerables movimientos telúricos en el granito pálido de sus pisos en propiedad horizontal que creen feudos.

Ah, ya sabía que quería comentarte algo: hay una paisana tuya, apellidada Pinzón, que logra espléndidas fotografías de inmigrantes ataviados de superhéroes en Nueva York. Ya pronto voy a postearlas. Tú linkéame a la pintora escandinava que mencionas en tu e-mail (¿verdad que la piel es un lienzo soberbio? Body painting se le llama).

Oye, por favor, salúdame a mis viejos cuando te los encuentres y zarandea levemente a mi hermano (nos gusta la terapia de shock en esta familia, Frida).

Cariño mayúsculo te manda Edith. Atesora el libro editado por Taschen en la angosta bibliotequita de nuestro dormitorio, semejante a una torre de babel inclinada. Desde ese, tu minarete, sé que nos contemplas honrando a Eros. El roncito en las rocas a tu nombre se reiterará cada medianoche del sábado.

El protocolo de la blogosfera afirma que los posts no deben ser tan largos, así que cambio y fuera. No te me pierdas, Frida, mira que en cualquier momento requiero renovar mi pasaporte plenipotenciario del Reino Acrático de Kahlo donde tu rúbrica resulta indispensable.

Abrazo naif, Javier.

PD: Lorena es figurante en “El lago de los cisnes” este weekend en el Teresa Carreño. Aunque Billy Elliot esta vez no danza, mi hija pidió que te invitara.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

un momento de rompimiento del continuo de ansiedades en esta república bolivariana...

salud, javier!

j.

Ophir Alviárez dijo...

Mordaz, incisivo, de creatividad desbordada. Cada vez que te leo me quedo con una sonrisa que va desde el desconcierto hasta el asombro ante la singularidad de la prosa y el gusto que la acompaña, sí Sr.

Saluditos,

OA

©Javier Miranda-Luque dijo...

Ophir: gracias por tu lectura elogiosa y por linkearme a tu blog. ¡Happy México!