BLOG-TRAILER

viernes, 19 de enero de 2007

verdedólar

"La órbita del arte no intercepta
ningún postulado ético"
(Débora Arango, pintora latinoamericana)

No se apaga nunca. Jamás se desconecta. Ramón piensa en turno permanente hasta cuando duerme. Es la historia sin fin, el eterno retorno, una y otra vez, repitiéndose interminablemente. Si tan sólo alguien se tomara la molestia de pagarle unos cuantos centavos por su diarrea de fantasías, su hemorragia de elucubraciones, su eyaculación precoz de teorías acerca de ¡todo!, el propietario del 7-B no tendría que escondérsele a la presidenta de la junta de vecinos que vive montándole guardia para cobrarle los tres años atrasados de condominio.

Pensador ad honorem, teorizador por vocación, esbozador profesional de escenarios extremos, Ramón es un diestro malabarista de la microeconomía que labora en la biblioteca central, con acceso a un salario escuálido y a un montón de información impresa y virtual. Embriagado por esa promesa incesante de conocimientos, Ramón permanece muchas más horas de las que debería en su trabajo, obsesionado por indagar, exhumar, clarificar, establecer relaciones ocultas, desentrañar la clave de los misterios de todos los prodigios y maravillas que constituyen este mundo implacable y perfecto.

Más de una vez, su loro Verne casi se muere de hambre, soledad y desesperación ante la ausencia prolongada de Ramón en el apartamento que ambos ocupan, herencia de la tía Emilia, aquella gorda bonachona que encarnaba a la perfección la versión femenina del sargento García, "un trozo de carne con ojos", como le decía, ahogándose de risa, el abuelo Marcelino, embaucador por necesidad durante la guerra civil española y la revolución cubana, inventor malogrado que murió sin resolver el enigma del movimiento perpétuo.

Visionario inspirado, Grand-Ram (como se identifica en internet), no se cansa de envíar sus crónicas imaginarias, duplicadas ene veces, al listado completo de publicaciones especializadas en los secretos del universo, complots y teorías de conspiración. "La verdad desnuda", al menos, ya le ha publicado un par de cartas de los lectores.

Exagerado absoluto, cuando Ramón hace algo lo emprende en grande. Comer, dormir, hablar por teléfono. Sus ciento cuarenta y siete kilos son apenas una evidencia cuantificable de por qué ya no le permiten la entrada en Le Bon Vivant, un popular buffet de degustación donde el comensal paga un precio único por "todo lo que pueda comer y beber".

Como Warhol, Ramón padece, además, de incontinencia fotográfica. Mientras le queden bytes disponibles, Ram no puede dejar de disparar su cámara, apresando imágenes en formato digital para intervenirlas y alterarlas a voluntad, merced al photoshop todopoderoso que lo eleva a la condición de un dios menor obsesionado por la sobreimposición de realidades virtuales.

-Mi avidez vital por saberlo y experimentarlo todo, mi hiperactividad cerebral estimulada por un hipotálamo más grande de lo normal, resulta antológica, hiperbólica, desmesurada, lo reconozco, pero directamente proporcional a mi erudición en erupción.- se enorgullece el voluminoso bibliotecario a quienes sus compañeros de trabajo llaman "la pirámide".

La nueva obsesión ramoniana es su hipótesis de que Lady Di vive junto a Pablo Escobar Gaviria en un remoto archipiélago secreto, en compañía de otras celebridades que se hartaron del hostigamiento público.

-La idea es sencillamente fascinante -le cuenta Ramón a Marisela, una corpulenta punketa desteñida que comparte los excesos de su amado- Marylin Monroe, el clan Kennedy, Elvis Presley, John Lennon y otros tantos se retiraron a vivir en santa paz, sin nadie que los reconozca o los juzgue, en una especie de Shangri-la tropical, con un clima ideal todo el año. Imagínate esta sociedad utópica de celebridades veraneando en un mundo perfecto.

-Ramy, tú diciéndome ésto y yo visualizando el verdedólar, esa tonalidad tan intensa que logramos el otro día, manipulando la paleta de colores en la computadora.

-Verdedólar, verdedólar -repite Verne, desplegando las alas verdirrojas en una coreografía epiléptica que amenaza con traspasar los endebles barrotes de la jaula.

-Verne necesita pareja, Ramy, mira que es muy triste estar solo.

-Yo también lo creo, cautiva mía, pero necesitamos comprar una jaula mucho más grande, para darle vuelo al amor de Verne por su pareja, una exhuberante hembra que nombraremos...

-Salomé, lora de encumbrada belleza y sensualidad matadora...

-una hembra perfecta como tú, virtuosa mía.

Dicho esto, los casi trescientos kilos de ambos entremezclan sus adiposidades en una dilatada danza horizontal acompasada de jadeos. El maltrecho colchón, también heredado, resiste con valentía los embates amatorios.

-Verdedólar, verdedólar -insiste Verne, pronunciando la nueva palabra aprendida momentos atrás.

-Verdedólar -ella proclama al universo su palabra.

-Eso es, musa mía, verdedólar, verdedólar, tengo que transmutar mis ideas en verdedólar.

-Alquimia verdedólar -gesticula con vehemencia Marisela, trazando sucesivos círculos concéntricos en el aire- alquimia verdedólar.

-Alquimia pura, excelsa mía, para pintar de verdedólar nuestras vidas, Verne y Salomé incluidos.

-Verdedólar para mudarnos juntos a una casita en el páramo, oculta por la niebla, Ramy, donde arrejuntarnos frente al fuego de la chimenea full de ramas secas que crujen, tomando vino tinto y amándonos sin censura, a gritos, paseándonos desnudos como en una pintura de Renoir.

-Verdedólar, amada mía, fruto de mi esfuerzo sostenido, años de lecturas, documentación e investigación, doblando mi lomo sobre los libros, perdiendo mi vista ante el computador, cual sabio abad benedictino que no renuncia a las tentaciones ni a los divinos placeres de la carne...

-ni del queso ni del brandy ni del chocolate caliente ni del goulash humeante que te quema la boca al probarlo...

-caliente como el sexo que nos enloquece, cortesana mía, para dormir hasta el mediodía jornada tras jornada, renunciando al placer del desayuno, no importa, pero acostándonos en plena madrugada, disfrutando la noche y sus excesos, con cenas pantagruélicas y libaciones orgiásticas...

-en nuestro castillo invernal donde yo soy reina y princesa y bruja mala y tú mi caballero y mi rey y mi príncipe verdedólar...

-y tu Merlin medieval que te embruja, alteza mía, y soy el emperador desnudo con su traje invisible de finísimos hilos de oro y mi cetro siempre en alto, demandando tu erotismo fiero y desmedido, meretriz mía...

-ay, Ramy, que me excitas y tú sabes como yo me desespero si en mi pozo de gozo profundo no obtengo de inmediato lo que quiero...

-ufff, golosa Gretel mía, devora mi cetro y mi corona, saboréame como si yo fuera la casita de caramelo y golosinas, sin la bruja tramposa que quiere comernos...

-ay, Ram, yo soy esa bruja tramposa, yo soy esa bruja mala que quiere comerte, que quiere que me comas, que quiere que nos coman el cetro y la corona y que se quemen y se ahoguen en la hoguera de mi pozo de gozo profundo, Ramy, y yo soy yegua y soy amazona y soy Lady Godiva y soy lo que tú quieras que yo sea y...

-y pretendo que seas mi marquesa de Sade, desbordada mía, para que fantasees como una loca y me hagas delirar con tus cuentos hechos realidad...

-y entonces vamos a invitar a Hansel y Gretel para comérnoslos y que nos coman, Rammmmmmmmmmm...

-lo que tú desees, gastronauta mía...

-e invitamos también a la viciosa de Blancanieves, acosando sexualmente a los siete enanitos en el bosque...

-y también a Cenicienta, flautista mía, y a sus hermanastras crueles y malvadas, perversa-polimorfa mía, para que te torturen en la torre del castillo mientras gimes retorciéndote de placer y dolor y placer y dolor y placer y dolor... ¡ argh !

-Verdedólar, verdedólar -interviene Verne, con una pronunciación notablemente mejorada que casi hace olvidar su timbre gutural y ligeramente oclusivo.

-Verdedólar sí, si es que logro vender mis inspiradas teorías de conspiración y complots planetarios, mis historias sobre sociedades secretas y pactos innombrables, mi programa cibernético para averiguar el verdadero nombre de dios y así poder invocarlo.

-Ramy, todo ese material es genial para libros al estilo del tal Benítez, sin compararte con él, claro. Ya te puedo ver dando conferencias en todo el mundo, usando una túnica de elevado maestro iniciado, conmigo siempre a tu lado, y filmando documentales, orientando a tus discípulos...

-Verdedólar, verdedólar, soñadora mía, sin olvidar mi más reciente hipótesis del archipiélago de celebridades donde se hospedan los Kennedy con Marilyn y Lennon espera a Yoko...

-Verdedólar, Ramy, y haríamos una expedición, tipo Arca de Noé, un crucero de elegidos para encontrar el archipiélago y sumarnos a ellos...

-Verdedólar, que te quiero verdedolar, gerente mía, pero necesitamos subcontratar a un escribidor que redacte con sintáxis impecable y un tono fervoroso, apasionante, todas estas elucubraciones mías, divagaciones mías, revelaciones mías, que me han sido dadas, sin duda alguna, para que yo las comparta con el resto de los mortales.

-Eso es, Ramy, tú tienes la misión de iluminar la conciencia de la humanidad, como una lámpara halógena de esas que me gustan tanto, como un faro que alerta a los buques en una noche de tormenta. Ay, qué visión tan hermosa, ¿no te parece?

-Excéntrica mía, ¿ te acuerdas de Wenceslao, el jovencito esmirriadito pálido de grandes lentes, ése al que le dicen rata blanca de biblioteca ? ¡ Pues él ! Wen es el indicado para poner en blanco y negro mis ideas.

-Pero él también se va pintar de nuestro verdedólar.

-Deja la mezquindad, ambiciosa mía.

-Ay, es verdad, mira que eso me oscurece el aura, y tú siempre me iluminas con tus verdades que te salen del alma.

-Amén, acólita mía. Verdedólar hay para todos...

-Y prosperidad llama a prosperidad, bienestar a bienestar, dinero a dinero.

-Verdedólar, compañera mía, trasciende el vil metal. Verdedólar hay que entenderlo como una filosofía de vida que implica plenitud, belleza serena, pasión que se arrebata a sí misma.

-Bienvenido, pues, Wenceslao, a nuestra cofradía.

-Tal es la actitud, cofrade mía, éste es el espíritu de nuestro cónclave exquisito.

-Ya somos cinco, entonces: tú, yo, Verne, Salomé y ahora Wenceslao. ¡ Cinco dedos de una mano poderosa ! Una mano que se extiende a otra y a otra y a otra. ¿ Viste como me inspiras, Ram ?

-Así comprobamos nuestra predestinación, alma gemela mía, hemos sido elegidos para emprender nuestra misión y no podemos desperdiciar más tiempo. Me voy a convencer a Wenceslao, para que deje de hacer todo lo que esté haciendo y se aplique con exclusividad a la gran obra de la que forma parte.

-Verrrrrrrrrdedólarrrrrrrrr -aclama Verne desde el vaivén de su columpio.

-Anúnciale la buena nueva, Ram, que yo me voy a elegir a Salomé y a comprar una nueva y gran jaula que pintaré del color de nuestros sueños. Por cierto, ¿tienes plata?

2 comentarios:

©Javier Miranda-Luque dijo...

el próximo 27 te quedarás encerrado en el ascensor

Anónimo dijo...

Esa teoría de los famosos en su archipiélago es buenísima. Da para hacer una película y mira que hasta podría ser cierta, ¿quién quita?