BLOG-TRAILER

miércoles, 28 de marzo de 2007

LIBRERO Y YO

Ya sé que el leasing del título no le va a hacer gracia alguna a Juan Ramón Jiménez, pero qué más da. Tengo en mis manos el número más reciente de la revista EL LIBRERO, publicación que ya lleva ocho números a cuestas y que constituye un acto heroico dentro del panorama cultural creole, siendo, aún más, de circulación gratuita (hay que solicitarla en la caja de las librerías o, al menos, así me ocurrió en "Alejandría" de Chacaíto; o sea, que no está expuesto a ojos ni manos de los lectores, ¿vale?).

Celebro, pues, la navegación entintada de este LIBRERO, EL (responsabilidad de Segio Dahbar y Rafael Osío Cabrices), que me hace extrañar a esa otra publicación ¿extinguida, extinta? denominada EL LECTOR EXQUISITO, suscrita por esos auténticos dinamos de iniciativa de índole diversa que son la incombustible Estela Aganchul (presente de testimonio y foto presente, oh casualidad, en la página 42) y Blanca Elena Pantin.

A ver, ahora, cuando EL LIBRERO nos aborda en versión digital, a la justa distancia de un click o dos, para así evitarnos el tránsito.

A lo que voy: en este número 8 de EL LIBRERO (páginas 14 a la 17), Osío Cabrices dedica un sustancioso reportaje a lo que podríamos llamar "narradores tercer milenio" o algo así. Una vez más y como siempre lo valioso reside en la diversidad de criterios enarbolados por los encuestados. Publico ahora y aquí la totalidad de mis respuestas:

—¿Sientes que hay una nueva generación, un nuevo grupo distinguible, que comparte características comunes aunque carezca de un manifiesto común o cualquier forma de estructura?

—Lo que yo percibo es la existencia de una “biodiversidad” de narradores que hemos tenido la oportunidad de leernos unos a otros y reconocernos en el espejito de las antologías. Es un fenómeno que trasciende lo generacional y se instala en la inmediatez de internet y la blogosfera. Creo que allí reside la conexión virtual. Allí, en la ficción y en lo urbano.

—¿Cómo evalúas el resultado de las antologías en que participaste?

Reitero lo dicho en mi blog: las antologías son el formato más eficaz y generoso para ser publicados y leídos. La antología funciona como comunidad virtual de narradores compartiendo un espacio específico: las páginas sucesivas de ese libro en concreto que nos acoge. Una vez más me cito a mí mismo: las antologías son “el Metro” literario: “en-tren que caben cien”. Yo me he sentido sumamente cómodo tanto en las de “SACVEN” (que es el concurso insignia del relato venezolano), como en la de Alfadil (“De la urbe para el orbe”). El eterno dilema es la inexistente promoción editorial, el silencio mediático y la distribución paupérrima de estos textos.

—¿Qué sientes que comparte y que diferencia tu trabajo como narrador respecto al que has visto en otros?

—Si antes hablé de la ciudad como escenario común, ahora te diría que mi trabajo resulta posiblemente más lúdico y desfachatado en cuanto al lenguaje. Yo apuesto por el humor y la brevedad. Me interesa especialmente este bendito milenio que nos ha tocado vivir con todas sus intermediaciones mediáticas y tecnológicas. Internet, por ejemplo, se conecta en mis textos, junto a la actualidad más feroz e inmediata. Ah, y en cuanto a personajes, los míos son antihéroes, borderlines, ciudadanos delirantes.

—¿Qué crees que podemos esperar de estos nuevos escritores?

—Debemos esperar que sigamos escribiendo y publicando. El síndrome de Salinger apesta. Escribir para que se pudran textos en una gaveta o en el disco duro del computador es una majadería y una bravata. Confío en que se sucedan las antologías y que en ellas podamos sorprendernos. Ah, y que se haga ruido cada vez que se publique un libro. Apelo al escándalo del masscult que mentaba Dwight Macdonald, a ver si el placer portátil de la lectura se contagia como una pandemia.

martes, 27 de marzo de 2007

Tanto jaleo por un libro

Pues sí, ya era hora: jaleo, jacaranda, alharaca, rumba, conga, bochinche, bonche. Así se conmemora los 40 años de "Cien años de soledad": celebrando la eñe, la zeta, el idioma español.

Por una puñetera y gloriosa vez, el planeta entero se trastoca en Macondo, pero los pelotones de fusilamiento (coño, y no miento), disparan municiones de chocolate derretido por tanto trópico delirante.

Por una puñetera y gloriosa vez, el circo deportivo no es noticia.

Por una puñetera y gloriosa vez, nos cagamos en misses, boxeadores, peloteros, corredores y saltimbanquis.

Por una puñetera y gloriosa vez, nos olvidamos de mofarnos de las esperpénticas payasadas y balbuceos de los políticos.

Por una puñetera y gloriosa vez, nos detenemos a refrescarnos a la sombra del arbol genealógico de los Buendía: Amaranta Úrsula y demás personajes deliciosamente churriguerescos.

Por una puñetera y gloriosa vez, se impone la ficción.




lunes, 26 de marzo de 2007

©Pequeñezuela Venecia (ahora con himno)

Se me ocurre que el himno a adoptar debería ser: "Somos peces del Guaire, somos peces del Guaire", de los skantantes de "Desorden Público". A mí me suena bien.

sábado, 24 de marzo de 2007

De cadáveres PPolíticos y demás exquisiteces ibéricas

Consuelo de tontos: no sólo en Venezuela pululan aún zombies políticos, cadáveres insepultos y el resto del inventario sinonímico. La madre patria también tiene lo suyo. Pulsen y vean:

http://blogs.20minutos.es/manolosaco/post/2007/03/24/les-acaban-dar-patada-mi-culo#c183269

miércoles, 21 de marzo de 2007

El síntoma auspicioso de hacer cola

Y, encima, hacer cola no para cobrar una pensión, ni para comprar un boleto del Metro antes de lograr ensardinarnos en algún vagón, ni para optar al casting del Iberoamerican Writer (esta idea se la debo al "Capo", ¿eh?) , ni siquiera para asistir extasiados a la inauguración del viaducto over the creole trocha y poder vivir la experiencia organoléptica de llenar nuestras fosas nasales con la fetidez nauseabunda que espantaría de su Castillete al propio Reverón que hoy se vitrinea con Juanita y sus muñecas surfistas de luz en el MOMA de Nueva York sin sus muelas gemelas del juicio final.

No, la cola a la que me refiero es la que protagonizan miles de nipones sonrientes para poder admirar de cerca (y eternizar en el memory stick de su cámara) "La anunciación" rubricada por Da Vinci en el Museo Nacional de Tokio.

Estas son las colas auspiciosas que asumo con placer. Naif que insisto en ser, yo.

viernes, 16 de marzo de 2007

Mi nuevo blog-toy

(al entrañable Juancho Gutenberg: creador de "internet en su tinta")


LLevo unos cuantos días jugando con mi nuevo blog-toy y me apetece compartirlo ahora de una forma más expresa: www.stirner.tk

Como ya comenté en la bitácora de Jorge Letralia, muy pocas cosas —libros aparte— ameritan la hemorragia de tinta que implica la impresión. Ya, por ejemplo, salvo los domingos, yo ni compro ni leo los periódicos tradicionales. Noche a noche, tras la sobremesa de la cena, reviso la prensa digital española del día siguiente. El flujo informativo va a un ritmo que, cuando se imprime, ya resulta inoportuno. Ahora y aquí mismo, en la blogosfera, (h)unos y otros nos asomamos —desde nuestras propias vitrinas— a las ajenas, curioseando, enterándonos y obsequiándonos bytes.

Así que decidí sumarme al ciber-Guaire con mi webzine de infopinión, 100% ecológico, sin derroche de tinta ni papel. Basura electrónica siempre estaremos generando y traficando con ella. Juancho Gutenberg estaría haciendo lo propio, reinventando fuentes tipográficas hasta colapsar y expandir, colapsar y expandir, colapsar y expandir el disco duro de su computadora (en femenino); ordenador (masculino); PeCe (¿transexual?); laptop (¿dragqueen?); pendrive (¿dildo?).

sábado, 10 de marzo de 2007

Post 100: descárgatelos antes que Torquemada

-©El pipí de Dalí: incontinencia sonora absolutamente inclasificable. Los expertos no logran ponerse de acuerdo si es música dodecafónica o de cualquier otra especie (Catálogo alienígena).
-©El brazo de Picasso: jazz cubista para melómanos con percepción auditiva alterada (Catálogo de neojazz orweliano). -©La herida de Frida: tech-mex unpluged (Catálogo al sur del Río cada vez más Grande ¿igual que Guaire caraqueño, ño?)
-©Sigmund’s Son: orquesta vienesa de salsa latina que fusiona la percusión caribe con el clavecín, el oboe y el fagot. Acompañamiento coral de barítonos y mezzosopranos. Purita alucinación sonora que sana (sana, culito de rana) los trastornos neuromotores. (Catálogo de musicoterapia newage).
-©Perras místicas en celo delirante: coros gospelianos (Catálogo pornosound).
-©El doctor Rafael y su Caldera de Brillantina: banda copeyana de delfines amaestrados (Catálogo jurásico).
-©LA BARRA ARRABAL: palíndromo acústico (Catálogo pánico).
©La polla de Goya: grabado en directo, la actriz ibérica Maribel Verdú canta desnuda ante “la maja” pictórica (Catálogo Viagra).

Descárgatelos full version pulsando a continuación:

http://hermanoschang.blogspot.com/2007/03/inquisicin-discogrfica.html


viernes, 9 de marzo de 2007

Yuseef Lateef: ¿Song-goro co-song-oh of myself?

Sabrán excusarme el lugar común: la música es la auténtica máquina del tiempo, si es que tal cosa existiese (o si llegase a existir en un futuro que se conjuga en presente, cada vez más reciente, y que se jodan los retrógrados habituales). Leyendo la prensa digital española, mis ojos acaban de toparse con la imagen del gigante gentil del jazz atmosférico.
Sí, es Yuseef Lateef musiqueándose en Madrid, con su flauta, su saxo, su cuerno de caza, sus gongs, su etnojazz risueño que se mofa de los fanatismos y demás exclusiones.

A sus robustos 87 años, Lateef me ha disparado la máquina del tiempo, retrotrayéndome al slogan musical de mi primer programa de radio, "Desconcierto". Pulso el rewind y de nuevo el fast forward para celebrar a este enorme hijo de Tennesse, el más universal, el que podría musicalizar a Whitman y a Nicolás Guillén: ¿Song-goro co-song-oh of myself?

martes, 6 de marzo de 2007

Mi vecino del Hummer debe 54 meses de condominio (VERSIÓN ACTUALIZADA)

En el edificio donde resido todo cristo debe cuotas de condominio. Yo llevo ya un par acumuladas, pero el promedio de morosidad es de 4 meses y hay quienes deben 18, 26 y hasta 54 mensualidades.

Y precisamente mi vecino que acaba de estrenar su flamante y omnipotente Hummer ¿blindada? en esta urbanización clase medio jodida de Caracas es quien ostenta el record de morosidad con sus imbatibles 54 meses de “retraso” mens(tr)ual (sic): o sea, que el tipejo tiene 4 años y medio sin dignarse a cancelar una sola cuota de condominio.

Así cualquiera que no tuviese otras prioridades, podría comprarse su vehículo nuevo a prueba de balas, bolas, bulos y hasta bulas vaticanas.

En el aparcamiento destechado del edificio, el Hummer contrasta demasiado reposando junto a otros “coches” que acumulan, algunos, varias décadas de tránsito sobresaturado y evidente fatiga de materiales.

¡ Vamos, que esto parece un salón antológico y gerontológico automotriz !

Pero, claro, vivimos en un país que rinde culto al automóvil y como afirmo en mi próximo libro de comunicaciones de inminente publicación (me cito textualmente): “el venezolano es el mayor consumidor per capita en el mundo de mayonesa, jamón endiablado, whisky escocés, harina precocida de maíz (que inhibe la metabolización de hierro y genera una anemia específica en el subcontinente, tipificada por desnutrición neuronal) y teléfonos celulares”.

Vaya, que comemos full mierda con triglicéridos y carbohidratos, pero disponemos del top of the line de la tecnología inalámbrica para que Darwin Yúnior se lo “conecte” a Yusmerys del Valle en tiempo real y sin fronteras.

Joder, y lo peor de este post es que no hay pero ni una sola gota de ficción involucrada.

Comentario a los comentarios:

Sí que sí: esa cosa tan babosa e inasible que los sociólogos insisten en denominar "identidad nacional" se enarbola, cual bandera conductal, en el exterior paseando sus teléfonos celulares y quejándose a voz en cuello de que "mi pana, aquí en París no se consigue queso de mano, ¿tú puedes creer esa vaina? ¿Tanto Louvre para qué?". Sin ir más lejos, allí la anécdota de la ¿miss qué? que, en París again, estaba ladilladísima porque en el hotel 5 estrellas no atinaban a cocinarle "unas caraoticas con espagueti y quesito blanco duro rallado". Así que se vino volando a echarse en su chinchorro y hoy se exhibe desdentada en homenajes pre-postumos a la ¿belleza criolla? en la televisión creole.

La sintomatología resulta demasiado rica en bufonadas, pero intentaré una breve antología:

—La subutilización de la tecnología, disparando fotos digitales con flash en el Teresa Carreño (confundiéndolo con el procaz poliedro) y en máxima resolución, como si fuesen a imprimir vallas publicitarias con las imágenes capturadas.

—Las pantallas hiperplanas de plasma sujetas con tirro doble faz a la pared del rancho, pero sintonizando paupérrimas telenovelas nacionales donde las cachifas parecen misses de belleza y los galanes boxeadores de exportación.

—Los blogs con plantillas arrechísimas y horrores ortográficos.

Hace algún tiempo que no viajo, pero ¿los turistas vernáculos siguen aplaudiendo cuando el avión aterriza?

Ya me dirán.

jueves, 1 de marzo de 2007

Vargas Llosa, Holderlin y yo firmando libros en la Feria Literaria UNIMET este 29-02-2007

No pude evitar, de ninguna manera, que mis editores hicieran coincidir la firma de mis tres libros más recientes a la misma hora de este 29 de febrero. Así me tocó correr del stand de Monteávila (en el tercer pasillo a la izquierda) al de Editorial San Pablo (justo en el epicentro del recinto ferial), hasta el extremo sur donde se había instalado la librería del Ministerio de Cultura.

Me sugerí dosificar el surrealismo ¿mágico? calzándome mis añejos aunque comodísimos zapatos deportivos para poder itinerar mis firmas de un stand a otro. Con ayuda de un cronómetro y del plano de la “Expolibro”, esbocé una estrafalaria estrategia de raudas idas y venidas entre los tres puntos que exigían mi presencia. Acaricié la idea de subcontratar a un par de amigos que también usan barba y anteojos, pero mi ego infla(ma)do enseguida me conminó a desechar tal afrenta.

Me inventé un brevísimo garabato ilegible para poder firmar deprisa, deprisa (cual el film homónimo de Saura que no termina felizmente) y, eso sí, no podría demorarme en prodigar dedicatoria alguna, ni siquiera al público infantil. El automatismo ¿autográfico? consistiría en:
1- recibir el libro;
2- sonreír con fugacidad;
3- firmar y fechar en Caracas;
4- retornar el libro a manos del lector;
5- repetir la rutina una docena de veces por stand y
6- salir corriendo al siguiente puesto de firma.

Toda esta logística portátil tenía un agujero: cuál excusa temática debería yo esbozar ante cada uno de mis tres editores (y audiencias lectoras) para intentar justificar el “literatón” emprendido tras cada docena de firmas. La incontinencia urinaria sonaba muy poco elegante y no se me ocurría ninguna otra cosa (además, a tal fin existen esos pañales acolchados extra-absorbentes para los eternos candidatos políticos en gira con el eje terráqueo).

Para mayor inri, entre mis desplazamientos iba yo adquiriendo libros con los que erigía pequeños montículos irregulares que abandonaba en cada uno de los stands de mis tres editores.

Durante mis zig-zags de correcaminos errático, el fornido personal de seguridad empezó a mirarme raro, haciéndome señas de fiscal de tránsito hiperbólico, armados con sus walkie-talkies por donde emiten sus bizarras jergas inquietantes:

—Dragón subdesarrollado otea a disfuncional sujeto sudoroso en desplazamiento disímil.

—Copiado, aquí perro andaluz listo para obnubilar actos de pillaje intertexto.

Desde una valla tridimensional que promociona la enésima reimpresión de “La tía Julia y el escribidor”, Pedro Camacho me (ex)tiende su mano franca, rescatándome de los esbirros que me acechan con su metalenguaje fulminante.

Impostando la voz en un timbre curiosísimo que alterna sobresaturaciones de semitonos graves y agudos, comienzo a actuar en una de sus radionovelas alucinantes, seguido muy de cerca por Eleuterio y Eleonora, mis personajes paquidérmicos de “El baile de los elefantes”.

En plena pausa comercial, el mismísimo Noé se queja de la inclemencia del diluvio que bambolea su Arca en mi “ABZOO”, exigiéndome recortar el abecedario para llegar antes a tierra firme, pues tiempo ha que se le agotó su acaparamiento con provisión (sic) y alevosía de medicamentos anti-mareo, anti-vómito y anti-flatulencia. Pero apenas se trata de una cuña de seguros contra todo riesgo, vaguadas y tsunamis incluidos (de todas formas le aconsejamos leer las letras pequeñas de la extensa póliza extensiva a familiares consanguíneos, mas no políticos).

Antes del noticiero de las seis, la última radionovela de la tarde me deja encerrado en el ascensor de mis ficciones (¿fis micciones?) con Pacífica y Ernesto. Está oscuro, no se puede ver nada, pero no sabré yo de qué va la vaina. Me cito, pues, textualmente:

VOZ MASCULINA: (TONO SERENO)
–Tranquilícese, señora. No pasa nada. Esto es sólo un apagón. Cuando vuelva la luz el ascensor abre sus puertas.

VOZ FEMENINA: (ALTERADA, NERVIOSA)
¡Cuando vuelva la luz! ¿Y si no vuelve hasta mañana? ¿Y si el ascensor se cae? ¿O si se abren las puertas entre dos pisos y lo que tenemos es una pared frente a nosotros? ¿Y si hay un incendio o un terremoto? ¡Ay, no, dios mío! ¡Además, señor, yo a usted ni lo conozco!

VOZ MASCULINA: (PROTOCOLAR)
–Cierto. Déjeme presentarme. Me llamo Ernesto Zambrano. Soy ingeniero y tengo mi oficina en el último piso.

VOZ FEMENINA: (APENADA)
Ay, discúlpeme, señor Zambrano...

VOZ MASCULINA: (ENCANTADOR)
Ernesto, por favor.

VOZ FEMENINA: (FORMAL)
Ah, yo soy Pacífica. Pacífica López de Serrano.

VOZ MASCULINA: (CASUAL)
Perdóneme que se lo diga, Pacífica, pero usted no le hace honor a su nombre.

VOZ FEMENINA: (BAJANDO LA GUARDIA)
–¿Verdad? Eso mismo dice mi esposo. Que yo debería llamarme inquieta, guerrera, turbulenta. ¿Sabe lo que pasa? Es que yo soy acelerada, muy nerviosa. Hasta creo que soy claustrofóbica. Y para colmo de males, mi móvil no tiene señal aquí adentro.(SU MÓVIL ILUMINA TENUEMENTE SU ROSTRO).

VOZ MASCULINA:
–Ni el suyo ni el mío. (EL MÓVIL DE EL ILUMINA AHORA SU ROSTRO. LOS DOS SONRÍEN Y SE APAGAN LAS LUCES DE AMBOS TELEFONOS). Me temo que ningún móvil tenga cobertura aquí adentro.

VOZ FEMENINA: (IMPACIENTE)
Ay, no diga eso, Ernesto.

VOZ MASCULINA:
Mire, Pacífica, este edificio es muy viejo. Me atrevería a decir que es uno de los más antiguos de Caracas. Y este ascensor donde nos encontramos es el original, instalado en esa misma época. Los repuestos ya casi ni se consiguen. Imagínese que Don Diego de Lozada lo inauguró por allá en el año de mil quinientos y tantos.

VOZ FEMENINA:
Usted sí es exagerado.


Dentro de ¿30 páginas? tendré que improvisar algo o plagiarme a mí mismo y readaptar ese parlamento tan pendejo pero que, no sé exactamente por qué, a mí me gusta tanto. Diré entonces algo semejante a esto:

—Oígame bien, Pacífica, ¿usted como que no se ha leído a Hölderlin, ese poeta alemán que estaba más loco que el carajo?