
Por una puñetera y gloriosa vez, el planeta entero se trastoca en Macondo, pero los pelotones de fusilamiento (coño, y no miento), disparan municiones de chocolate derretido por tanto trópico delirante.
Por una puñetera y gloriosa vez, el circo deportivo no es noticia.
Por una puñetera y gloriosa vez, nos cagamos en misses, boxeadores, peloteros, corredores y saltimbanquis.
Por una puñetera y gloriosa vez, nos olvidamos de mofarnos de las esperpénticas payasadas y balbuceos de los políticos.
Por una puñetera y gloriosa vez, nos detenemos a refrescarnos a la sombra del arbol genealógico de los Buendía: Amaranta Úrsula y demás personajes deliciosamente churriguerescos.
Por una puñetera y gloriosa vez, se impone la ficción.
1 comentario:
EXCELENTE LIBRO!
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