Lo dicho: internet es mi cibertoy y si mezclas ese neologismo de "te(ch)dio" —que acabo de acuñar— con insomnio, pues ya me dirás: ¿escribo en tus ojos?Parafraseando a san Agustín: "oh, tedio mío y hastío mío, ¿qué te dió?"
Sí que sí: la web es mi cibertoy, ¿por qué no? Así destierro el tedio laboral de mis predios. Virtualsurfeando, pues, me topo de frente con el viejo Thelonious Monk y aquella portada del album extraviado en alguna mudanza. Ah, me consta que últimamente estoy desplazándome demasiado en el tiempo, pero, merced a ello, aquí está este cover antológico que a mí siempre se me ha antojado cual pesebre-pánico delicioso y delirante. Golpes de piano, como quien dice o titula alguno de sus textos.
A ver quién me dice que esta no es una foto tomada por Elliot Erwitt. Pues no lo es. O sí lo es, aunque en cierta forma, apenas. Esta foto la encuadró y disparó el "Elliot Erwitt gallego". Al menos así le digo yo a Virxilio Viéitez, un tío terco y tozudo a quien se le ocurrió nacer por allá, ultracharco, en 1930.
Y, para no hacer esta historia lineal, pues diré que a Virxilio no se le ocurrio ninguna otra cosa que morirse ahora, 78 años después. Pero esto no es una nota fúnebre ni un obituario y ni siquiera una vaina necro(i)lógica. Lagarto. Qué va. A mí no me va eso del post póstumo. Acaso, ¿no te parece una mierda homenajear a alguien una vez que ya ha muerto?
Este gran carajo de Viéitez empezó a fotografiar gente con una jurásica Kodak 6x9 y se ganaba no la vida sino el sustento currándose bodas y manufacturando fotos carnet para sus coterráneos. Y en sus ratos ociosos ("el ocio es el vicio de todas las madres": la tuya y la mía, te precedo, pues), Virxilio disparaba y encajonaba instantes. En blanco y negro puro y duro. En 1980, nadie sabe por qué (y ni siquiera su hija suelta prenda), el cincuentón Viéitez guardó sus bártulos y no volvió a asomarse a una mirilla. ¿Retomará ahora Virxilio sus añejos hábitos wherever?
Vamos a ver: la memoria es pegajosa, densa, selectiva y tramposa. Leyendo la prensa digital ibérica de mañana sábado 12, me entero de que Chick Corea se presenta en vivo in Spain, recuperando la formación original de RETURN TO FOREVER. Acto seguido, cual nemotécnico perro pavliano, se me dispara la memoria y me recuerdo a myself en ¿1979? disfrutando el concierto de Chick Corea y Gayle Moran (esa voz exquisitísima) en el Cine Altamira (hoy, donde estaba el edificio del Cine Altamira lo que hay es una tremenda caries urbana en espera de que erijan cualquier megamole de índole aún inédita). Recuerdo también que en ese pretérito trabajaba yo en la agencia publicitaria de Jazz Braunstein, jazzempresario que había traído a Chick Corea a Venezuela. Policamburista precoz, convicto y confeso, perifoneaba yo también mis "desconciertos" hertzianos en Radio Trece, vecino en amplitud modulada de Ivan Loscher, Corina Castro, Fernando Salazar y Don Casale. Allí coincidí, por ejemplo, con Tibisay Hernández (futura jefa de programación del Canal Ligero de Radio Nacional durante la época de Haydée Briceño, "desaparecida" en la vaguada litoralense). "Tour de jazz" fue un programa intermitente que protagonicé en varias emisoras, sonando a Yusef Lateef, Noel Pointer, Jean Luc Ponty o Weather Report hasta el vértigo. Vaya telaraña de recuerdos musicalizados por Chick Corea.