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jueves, 25 de octubre de 2007

A 201 años del nacimiento de Max Stirner

Quienquiera regodearse con sus datos precisos tendrá que buscar en exalead o en ask, ya que aquí no obtendrán información. Este post es un homenaje hipersubjetivo a Max Stirner (quien no nació bajo ese nombre). Escorpio igual que yo (aunque sea mi signo zodiacal de concepción y no el natal, ¿eh?). A Stirner lo conocí merced a Angélica Zurita, esa muchacha ostentosamente singular que llegó una tarde de 1976 a la sección "única" del quinto año de humanidades del liceo Aplicación, en aquel recinto que antes había sido el viejo hipódromo de El Paraíso. Angie —la rebautizamos así por la canción de los Stones— enseguida se integró al grupúsculo que formábamos Luisfer, Tamo, Anamaría, Nancy y yo. Poco después, al concluir el bachillerato, Angélica se tornó chaguaramesca putativa en los predios de la calle Codazzi en promiscuidad cartográfica con la avenida Universitaria, entre el clon de la basílica de san Pedro y la plaza de las 3 gracias. Allí, en los altos de la sastrería Pascarelli, Guido, Yadro, Mario, Eloy, Mildred, Sheila, Gregor y otros tantos versionábamos "Rapsodia Bohemia", incordiando todos los registros (pero me estoy plagiando varios textos de ficción autobiográfica en estas líneas).

Angélica fue quien me obsequió a Stirner: un libro en rústica impreso en 1974 por editorial Labor. Se trata de EL ÚNICO Y SU PROPIEDAD que atesoro no en mi breve biblioteca de madera de pino barnizada, sino en gavetas y aposentos de mayor privacidad, a salvo del polvo y de la luz del trópico.
Total, que en este paisaje de Bayreuth nació Stirner en 1806 y 38 años después publica palabras de semejante calibre: “Escribo porque quiero dar existencia en el mundo a ideas que me son propias. Si yo previese que tales ideas fueran a arrebataros la paz y el reposo, si en esas propuestas que siembro viese los gérmenes de ideas sangrientas y una causa de ruina para nuevas generaciones, no las esparciría menos. Haced de ellas lo que queráis, haced lo que podáis, eso se asunto vuestro y por ello no me preocupo”.

5 comentarios:

Guido Pascarelli C. dijo...

¡Cosas de los que Sábato llamó "El Eternoretonornógrafo" en su libro "Uno y el Universo", Javier. Y es que después de salir de las nocturnidades de Harry Haller, cada uno de nosotros llevada su María a cuestas, y al lado, Angélica, en tu caso, Sonia en el mío. Musas etéreas, relaciones extrañas, filosóficas melodramáticas, humodramáticas, diría yo.
Recuerdo un día en que íbamos Angélica y yo solos, en el Plymouth Valiant de mi viejo, ella muy ensimismada, como siempre, escuchando Blood on the Rooftops del Génesis de Peter Gabriel, cuando giré el volante con violencia y con sádica presición hundí las ruedas en un apestoso charco por el único placer de bañar de barro, de pies a cabeza a un pobre ejecutivo impecablemente trajeado que esperaba para cruzar la calle.
Los ojos de Angélica brillaron, casi se saelían de sus órbitas y me dijo: "Coño, eres un tipo del carajo!, Yo pensaba que eras un pendejo!!!" La verdad es que pocas veces me había sentido tan bien. La aprobación de Agngélica me hizo sentir casi poderoso. Se nos hizo de noche patrullando, y nos reímos mucho cuando nos dimos cuenta de que ese día ambos habíamos dejado tirados a nuestros habituales, a tí, por ejemplo, a Los Chaguaramos al completo, íbamos por Bello Monte, Las Mercedes, Chacao, sin darnos cuenta, terminamos en Montalbán, robándonos el whisky Swing del viejo de Angélica y el cassette de Génesis seguía sonando una y otra vez... memories...

Kimberly dijo...

A mí me gustaría saber qué piensa Angélica ahora.

©Javier Miranda-Luque dijo...

Guido: ignoraba yo tal momento de infidelidad que ahora celebro. El viejo Valiant de tu padre en el que "hastío-patrullábamos" Caracas protagoniza, al menos, un par de mis relatos. Gracias por agregar tus recuerdos.

Kimberly: créeme que yo no me atrevo a cometer la desfachatez de especular (y ni siquiera ficcionar) lo que ahora piensa o recuerda Angélica de tales momentos compartidos. La memoria es deliciosamente tramposa y nos permirte re-escribir los acontecimientos.

Anyway, este clan chaguaramesco está ahora desperdigado por el planeta: Angélica in London town; Guido en España; Greg en Washington. Luisfer vive en el edificio de enfrente y Eloy regresó de su exilio. A quienes no nombro aquí es que no he vuelto a saber nada de ellos, a pesar de la maraña aglutinante de internet que sí me mantiene en contacto con Guido.

Pero me apetece pensar que Angélica conserva su propio libro de Stirner y que continúa paladeando al Génesis de Peter Gabriel (no al farandulesco Phill Collins) y que, en la ducha, tararea desafinando "Rapsodia Bohemia" y que aún cocina aquellos espectaculares platos de carne con salsa de queso azul que Eloy estropeaba agregándole ketchup.

Unknown dijo...

Pues mira tú que el Eternoretornógrafo se ha puesto a funcionar en Facebook. Reaparecemos, recomentamos y recuperamos a Angélica. Falta que Sonia, que no es muy activa en el libro de las caras, intervenga.
¡Qué bueno! 3 años después celebramos de nuevo a Stirner, debe ser que es atemporal, digo yo.

©Javier Miranda-Luque dijo...

Guido: El buen Max está más vigente que nunca...Stirner era un tío de este milenio.