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viernes, 28 de julio de 2006

Testosterona culpable de la calvicie y la guerra

"La testosterona, cuando se utiliza a modo de sustancia dopante, está clasificada como un esteroide anabolizante androgénico. Esta molécula mejora el rendimiento al favorecer la síntesis de proteínas, que son los 'ladrillos' que construyen los músculos; aumenta la potencia al estimular la síntesis de glucógeno muscular; disminuye la fatiga y acelera la recuperación tras un gran esfuerzo.
Sus efectos adversos son fatales. El uso abusivo de testosterona produce problemas cardiacos y vasculares graves. En la historia del deporte hay multitud de ejemplos de muerte provocada por una parada cardiorrespiratoria súbita. También, como casi todas las sustancias dopantes, produce problemas hepáticos y la testosterona al ser una hormona, produce trastornos endocrinológicos variados". Extraido de www.elmundo.es
Al gringo Floyd Landis acaban de imputarle sobredosis de testosterona con la consecuente descalificación en el Tour de Francia. Personalmente, prefiero el dopaje textosterónico (sic) que apenas propugna el cansancio ocular y las sinapsis oníricas. En cualquier caso, la preciada molécula testicular debería restringirse al uso deportivo, sin importar las suspensiones de los atletas adictos a la gonatropina (con los respectivos desmadres en el complejo y delicado sistema de apuestas a nivel internacional). A quienes debería proscribírsele absolutamente es a los gobernantes de cualquier minúscula parcela del planeta, mediante exámenes rutinarios que comprueben sus niveles tolerables de este peligroso esteroide androgénico que incita la agresividad.
Es más, propongo que a todo servidor público electo mediante procesos de sufragio universal, directo y secreto se le aplique alguna sustancia inhibitoria de los efectos de la testosterona, disminuyendo así los riesgos de una gestión "a lo mero macho" que pretenda declarar la guerra a "los otros", lanzar misiles, sembrar minas antipersonales, bombardear territorios vecinos, franquiciar guantánamos, todas las anteriores, etcétera.
La testosterona de Eros es superior en placer y calidad de vida a la mala leche de Tanatos y sus legionarios fundamentalistas sin ningún fundamento. Ah, el señor calvo y obeso de la imagen es una escultura hiperealista del artista anglo Ron Mueck.

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