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sábado, 30 de julio de 2011

Mensaje de voz. Treinta de julio. Cuatro treinta y cinco pe-eme: GOLPES DE PIANO

"Idea inicial para la campaña de sensibilización hacia la fauna. Demandan algo impactante. Llamativo. Que involucre al espectador. Competimos con las agencias más grandes. Televisión nacional y canales de cable. Tres minutos de duración en horario estelar. A ver. Me planteo un estilo visual tipo documental de National Geographic o Discovery Channel, mezclado con la inmediatez de CNN. Quiero la veracidad y dureza del video digital. Una cámara estable (steady cam) que se permite movimientos audaces, envolventes. Nada de filtros ni alteración de los colores o la imagen. Música de Philliph Glass. Sus Glassworks o Piano Solos. Sucesión de escenas de parto vertical, en el agua, full placidez y sin los traumatismos propios de una clínica convencional. Están ambos padres brindándole la bienvenida al hijo. Luces tenues, pero se aprecia todo con absoluta nitidez. Sonríen al neonato que emerge del agua. Un punteo de guitarra eléctrica comienza a disonar. La pareja, emocionada, se besa. Las baquetas del baterista marcan un ritmo in crescendo que manda a la mierda el pianito dulzón. Explota la banda Torture con su helly metal. En sincronía, irrumpe en la sala de partos un comando de guerrilla urbana que arranca del seno materno al baby que llora desconsolado. El padre se enfrenta y es ametrallado. Cae al agua tiñéndola con su sangre. Zoom in violento a close-up cerrado sobre el rostro desencajado de la madre. Su boca deformada por un rictus emite un alarido que se confunde con la voz sobresaturada de agudos del cantante. Zoom in extremo se introduce en la boca abierta, desgarrada, de la madre. Match dissolve a boca abierta del niño llorando. Desnudo, tiritando de frío, le tatúan sobre su piel, con láser, un código de barras. Lo pesan, miden y clasifican. Fade out de sonido hasta el silencio absoluto. Por efecto de time lapse, vemos cómo el niño crece y se desarrolla. El silencio imperante nos permite apreciar, magnificados, sonidos que normalmente pasan desapercibidos dentro de la cotidianidad. Sus uñas rascando el cuero cabelludo. El roce de sus dedos contra una superficie sucia y áspera. Unos pies arrastrándose con movimientos erráticos. Sonido ambiente urbano. Relojes despertadores. Repiques de teléfonos. Cornetas de automóviles y motores. Radios portátiles. Taladros neumáticos. Sirenas policiales y alarmas de incendio. Tumulto de voces. Licuadoras despedazando alimentos. Secadores de cabello. Un jet despegando. Un frenazo desgarrado. Camiones recolectores de basura. Vidrios fragmentándose. Cual metrónomo desquiciado, el traquetear de los vagones del Metro. Simultáneamente, disolvencias sucesivas van abriendo encuadre hasta un plano general de una jaula de zoológico donde conviven hacinadas, desnudas, varias parejas humanas. Reconocemos, en un hombre de mirada dura, al bebé plagiado. Percusión étnica y golpes de piano a la usanza de Michel Camilo. Contrapunteo inquietante de silencios breves y los acordes indicados. El tempo varía sin patrones predecibles. La mujer del protagonista está a punto de parir. Rompe fuentes. Solidaridad innata, es auxiliada por sus congéneres. Nace el bebé. Respira con urgencia. Llora. Un pequeño ejército golpea los barrotes de la jaula. Silencio musical y sonido ambiente. Ambos progenitores construyen con sus cuerpos una muralla alrededor del niño. Los demás se repliegan. Los bastones eléctricos reducen cualquier resistencia. La banda sonora reproduce desde ahora un ruido sordo de televisión sin señal. Se reiteran las imágenes de clasificación y marcaje del recién nacido. Tilt up de cámara descubre decenas de jaulas similares. Travelling a nivel de cubículos poblados por primates, osos, tucanes, seres humanos. Todas las celdas repiten la misma leyenda identificativa de los especimenes que contienen: Animales Tristísimos. Sobreimposición de miradas apagadas. Mix de lamentos bestiales con voces infantiles y adultas, masculinas y femeninas, repitiendo “tristísimos, tristísimos, tristísimos”. Cámara se incrusta contra el barrote oxidado de una jaula. Fade to black. Golpe final de piano clásico con reverberancia de pedal". ACCEDE AL TEXTO NARRATIVO COMPLETO PULSANDO AQUÍ.

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