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miércoles, 8 de abril de 2009

Bendito Marshall McLuhan: santo patrono de este hípermedia que es la web

Yo es que aprovecho semana santa para ofrendársela a san Marshall McLuhan, aquel canadiense orondo de quien yo no pude ser discípulo, ya que el mecenazgo adeco de la "gran mariscal" decidió no becarme a finales de la década de los 70, dado que "ciencias de la comunicación" no figuraba dentro de los rubros académicos prioritarios del saudismo rochelero. Así que me limité a engullirme su bibliografía disponible en la Caracas del segundo milenio y a contemplarlo icónicamente en el "Annie Hall" woodyallenesco. Entonces hoy, miércoles santo, le enciendo no una vela (miren que el atavismo del fuego no es lo mío, neoalma que me dicen que soy, desprovisto de todo un cojonal de repertorios de conducta), sino que le prendo a san McLuhan la pantalla plana de mi monitor, inquiriéndome en voz alta: "web-ón, ¿el hípermedia de la web será el mensaje?". Víacrucis particular que emprendo con religiosidad escéptica y destemplada. Fíjense que ni los gringoches pudieron descalificar mofándose de este elegante canadiense bigotudo que encarnó casi la totalidad de los prejuicios étnicos que se les aplican y adhieren recalcitrantemente a los gochos, belgas y gallegos, entre tantos otros de cuyo gentilicio en este instante que posteo, pues no quiero acordarme. Me apetece que jode imaginarme al vener(eo)able don Marshall carcajeándose a sus anchas mientras "mass-ajea" eternamente internet, adoptando millardos de nicknames que spamean nuestros e-mails, blogs y cuentas de facebook, orwelleándonos, hackeándonos, crackeándonos, macluhizándonos, webeándonos. Ah, men.

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