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lunes, 14 de mayo de 2007

REBELIÓN EN LA GRANJA DE BARBIES (a geOrwell)

“Tú eres mi creador,
pero yo soy tu amo"
(Frankenstein)
Diversos websites alertan de la rebelión protagonizada por barbies y kens en disímiles puntos del planeta. Cadenas de jugueterías, por ejemplo, están siendo tomadas por barbies con obvio sobrepeso y notables estrías de celulitis en sus otrora esculturales piernas. A estas barbies obesas que han agotado las reservas de algodón de azúcar y demás ofertas de la comida chatarra que atiborran los malls, se les ha escuchado mencionar reiteradamente el nombre de “Botero”, a quien piensan proclamar santo patrono de su insurrección impopular.
—Esto es una cruzada por una nueva estética liberadora de dietas y ejercicios agotadores. ¡Qué vivan las arrugas y las barrigas prominentes, mostremos con orgullo nuestros senos flácidos y nuestras nalgas fofas y rollizas! ¡Vamos a quemar el maquillaje contaminante de la epidermis y los tintes que arrasan nuestras raíces capilares y cuero cabelludo! ¡Renunciamos a la altura torturadora de nuestros tacones y las extenuantes medias panty de nylon sudoríparo, cambiándolos por el confort de los zapatos deportivos y las medias de algodón que acolchonan nuestros callos y malformaciones pedestres!
En San Francisco, ejércitos de kens pululan desnudos por las calles, apuntándose a la bisexualidad (previo implante de sus falos inexistentes); en Lisboa, una turbamulta de muñequitas folklóricas han tomado por asalto un jardín de infancia, amarrando al cuerpo docente y rapando al cero las cabelleras de las niñas; en Ámsterdam las sexydolls inflables (e inflamables), y los modelos más recientes de látex imitación piel, han obstruido todos sus orificios irreversiblemente; en Taiwán arden las factorías de juguetes, ostentando un obsceno humo negro que se erecta en el cielo y nos muestran sin pudor alguno las imágenes satelitales.
No se puede abordar ningún vuelo internacional con muñecos/as, ni en el equipaje que se despacha ni en los bolsos de mano. Medidas similares serán adoptadas en terminales de autobuses, ferrocarriles y estaciones del Metro.
Todavía no se han registrado ataques de las muñecas domesticadas que habitan por miles de millones en los hogares urbi et orbi. Las autoridades recomiendan desmembrar kens y barbies, decapitarlos e incinerarlos o sumergirlos en agua hirviendo. Las jugueterías han sido declaradas zonas de cuarentena. Los locales de fast food tienen terminantemente prohibido expender cajitas felices contentivas de muñequitos. Se teme que podemos ser atacados, inclusive, desde las páginas de los comics. Cualquier disney-antro está clausurado y se procederá, en breve, al descongelamiento (descriogenización) de Walt Disney. Sus restos serán arrojados al sagrado río Guaire.
Jessica Rabbit es solicitada como terrorista internacional por el mosad israelí para ser entregada a Georgie Boy y poder ser busheada (sometida, vejada, humillada, violada, sodomizada, miccionada, fecalizada, aterrorizada, desmantelada, borrada) en Guantánamo. Total, aún no han sido declarados los derechos de muñecos, clones, autómatas, cyborgs ni replicantes.
“Frankenstein”, de Mary Shelley, ha sido prohibido y execrado de toda biblioteca, especialmente las virtuales. Igual suerte corren las variadas versiones fílmicas homónimas o que incluyan a la horrenda criatura. “Blade Runner” no ha logrado salvarse de esta neo-inquisición que nos ocupa (no se lo digan a nadie, pero tengo escondida a una Daryl Hannah agraciada y agradecidísima en el closet de mi dormitorio y my wife no se ha percatado).
Huelga de gula y vómito automático (hasta exterminar sus ácidos estomacales) emprenden top models famélicas que se sienten amenazadas por la neo estética imperante de gordas promisorias.

“Belleza renacentista” exclaman las vallas publicitarias que aplastan las autopistas. La versión de “Playboy talla XL” hace furor en el mercado.
Destruida estatua de las Tres Gracias en Los Chaguaramos por una organización clandestina autodenominada “Gloriosísimas Paquidérmicas”.
Clausurados gimnasios y estadios. Arrasadas canchas deportivas. Medida precautelar impone prisión bibliotecaria a libros infantiles.

¡Museos de cera del mundo: arded unidos!

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