La imagen que adorna este post bicentenario pertenece a François-Marie Banier, fotógrafo, escritor y pintor francés que acaba de verse bendecido por esa práctica de bonhomía espléndida que es el mecenazgo. La mecenas ha sido su amiga Liliane Bettencourt, heredera única del conglomerado cosmético L'Oréal, viuda desde hace un año y propietaria de una fortuna indecible de diecisiete mil millones de euros. La doña en cuestión ostenta 86 años de edad y ya su hija ha saltado cual resorte traumatizado por el obsequio de su madre (nada menos que un mil millones de euros), intentando incapacitarla bajo el argumento de que misia Bettencourt pretende dilapidar insanamente la fortuna familiar tiernamente acumulada.Ah, pero la progenitora ha replicado que ella está en pleno uso y cabalidad de todas sus atribuciones mentales, legales y elementales, pudiendo dosificar su generosidad contante y sonante según su propio criterio. Total, "el dinero sirve para emprender" y si son proyectos culturales, pues mejor que mejor.
En todo caso, yo me nomino -en un soberano acto de mismidad irreprimible- como beneficiario de todo acto de espléndido mecenazgo solidario. Quién quita. Nunca se sabe.
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