

El eterno actor de reparto Greg Kinnear coprotagoniza junto al camaleónico Alan Arkin este road movie que se erige cual mofa jocosa y delirante del american nightmare que se desmorona en plan twin torres.
Reacio como soy a contar, pero sobretodo a que me cuenten cualquier trama fílmica, apenas apunto, para poder justificar el título de mi post y las fotos adosadas, las señas de tres personajes que comparten parentesco forzoso: un escribidor (sic) de autoayuda; un silencioso lector de Nietzsche; un académico hiperexperto en Proust.
La parodia del concurso de belleza infantil resulta espeluznante en su tomografía del famoseo precoz impuesto por progenitores que, empedradas sus mentes de buenas intenciones, fomentan la pedofilia focalizada (¿fecalizada?) en su tierna prole. Factoría frankensteiana de muñecas barbies al ritmo del himno “América, the (bloody, fucking) beautiful”. Prometo futuro post sobre dolls & clones, lobos feroces y caperucitas, Alicias y obscenas maravillas.
Película espejo que exhibe soberbios ingredientes para ficcionar(nos) durante la épica cotidiana: familias disfuncionales, soñadores en vigilia, lectores. O sea, ¿ves? antihéroes

(Postdata 2: la solidaridad familiar adopta, bajo la modalidad coreográfica, una vertiente conciliatoria que, dado el caso, inclusive yo suscribiría. Neoterapias atávicas, primordiales, que bostezan en cada milenio)