

Banalización, sí y balanización (sic), también de un trozo histórico. La niñata protagonista del film se reivindica conmigo tras su noviazgo cutre con el spiderman. Ha sido un salto de catapulta desde la infanta perversa y vampírica amiga de Lestat hasta esta soberana bon vivant que alza su copa de champaña para brindar con nosotros desde la pantalla barrigona de mi televisor. Recíproco, yo le acompaño con single malt y maní japonés, ahorrándome los ominipresentes atascos automotores de este estacionamiento hiperbólico en que se ha metamorfoseado Caracas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario