EGOTECA
"Siempre es un alivio que mis personajes puedan darse el lujo de enloquecer por mí"
(Javier Miranda-Luque)
—NARRATIVA:
FEROCES REBAÑOS DE NUBES
EL CORAZÓN ES UNA MALA METÁFORA
MALDITA WEB
CAJA TORÁCICA
Y BEBIERON FELICES PARA SIEMPRE
(Javier Miranda-Luque)
—NARRATIVA:
FEROCES REBAÑOS DE NUBES
EL CORAZÓN ES UNA MALA METÁFORA
MALDITA WEB
CAJA TORÁCICA
Y BEBIERON FELICES PARA SIEMPRE
CONCIERTO PARA FUSIL SOLO
—NARRATIVA INTERRUPTUS:
YO, NOSFERATU: EL TEDIO DEL VAMPIRO
—NARRATIVA HÍPER-EXPLÍCITA:
PIANO DE COLA DESAFINADO OBSTRUYE ESCALERA MECÁNICA
—NARRATIVA INFANTIL:
EN LOS TÚNELES CIERRO LOS OJOS COMPLETAMENTE Y ACELERO MUY DURO SIN PARAR
DISPÁRAME CUANTAS PALABRAS QUIERAS
—TEATRO A 4 MANOS:
ESTADO CIVIL (FRA)CASADA
—POE+:
(I)CO(NO)REOGRAFÍA
PLANTÍGRADOS
PLANTÍGRADOS 2.0
GRAMASUTRA
—DRAE ADULTERADO:
DICCIONARIO APÓCRIFO
—ANTOLOGÍA HÍPER-SUBJETIVA:
SMS DE SAN AGUSTÍN
TUITS DE SANTA TERESA
—NARRATIVA INTERRUPTUS:
YO, NOSFERATU: EL TEDIO DEL VAMPIRO
—NARRATIVA HÍPER-EXPLÍCITA:
PIANO DE COLA DESAFINADO OBSTRUYE ESCALERA MECÁNICA
—NARRATIVA INFANTIL:
EN LOS TÚNELES CIERRO LOS OJOS COMPLETAMENTE Y ACELERO MUY DURO SIN PARAR
DISPÁRAME CUANTAS PALABRAS QUIERAS
—TEATRO A 4 MANOS:
ESTADO CIVIL (FRA)CASADA
—POE+:
(I)CO(NO)REOGRAFÍA
PLANTÍGRADOS
PLANTÍGRADOS 2.0
GRAMASUTRA
—DRAE ADULTERADO:
DICCIONARIO APÓCRIFO
—ANTOLOGÍA HÍPER-SUBJETIVA:
SMS DE SAN AGUSTÍN
TUITS DE SANTA TERESA
BLOG-TRAILER
martes, 11 de noviembre de 2014
NARRATIVA WEBEVER
miércoles, 22 de octubre de 2014
LOS 500 DE TERESA
Dentro de un rato, en 2015, la intensa de doña Teresa
de Ávila celebra medio milenio de su natalicio. Y me suscribo yo, ahora y
aquí, con estos tuits o tweets de la Santa, replicándola, a ver qué
tal: http://tuitsdesantateresa.blogspot.com/
domingo, 5 de octubre de 2014
CONFINES
"Ese pequeño nudo de placer nos ata a dios
y a todos los insectos"
(Manuel Vicent)
No son
todavía las once de la mañana y Berta se mueve con pesadez por el pasillo,
rebotando con ambas manos de las paredes. Respira dificultosamente con la boca
abierta, emitiendo un pitico sistemático, forte, fortísimo. Suda desde la
frente hacia abajo, marcando su dilatada trayectoria con gruesos goterones
salinos que rebotan en el piso con un plaff en cámara lenta. Busca a Robinson,
abriendo de un manotón las puertas de las habitaciones, desplegadas a lado y
lado de toda la estancia. Lo que más le incomoda es atravesar los patios
internos, sin techo, y someterse a la inclemencia de ese sol picante que
arrecia ante la falta absoluta de brisa.
Robinson
ronca y se babea, desnudo, en el último cuarto a la derecha, sin enterarse del
ruido infernal que produce el taller mecánico contiguo. Martillazos, sierras,
chasquidos metálicos y el olor agreste a gasolina, gasoil, acetileno quemado.
Después de que se emborrachó anoche, sus amigotes le pintaron las uñas de color
verde puta, los labios de fucsia barato y los pómulos de rojo encendido. Hasta
las uñas de los pies le irrespetaron, afeitándole las piernas y buena parte del
pecho. El bigote no se lo tocaron. Eso es sagrado y, entre hombres, hay una
ética que debe mantenerse.
-Góoooordo,
Róoooobinson, levántate para que muevas el camión, que estás trancando otra vez
a Lucas.
La puerta
del cuarto que se abre de un manotón. Robinson despertando sobresaltado y Berta,
con sus cuatrocientas libras de carne de tercera, soltando una carcajada
gravísima que inunda el espacio y le provoca un acceso de tos intermitente.
Risa y tos. Risa y tos. Risa y tos, alternativamente.
-¿Qué coño
pasa, puta del carajo, ya en esta vaina no se puede dormir tranquilo, acaso no
es ésta una casa seria, con ambiente familiar, atendida por su propia dueña?-
El gordo se rasca las bolas con una mano, mientras con la otra atrapa un
bostezo. Tiene los ojos inyectados en sangre y, a pesar de la distancia que los
separa, su mal aliento golpea la fina nariz de Berta. Porque una cosa es el
olor del sudor, la sangre, el semen y otros fluídos corporales, sólos o
combinados, pero la halitosis, para Berta, resulta insoportable.
-Gordo, dame
las llaves del camión para que lo mueva Ezequiel, que estás tapando otra vez el
garaje de Lucas y se le hace tarde.
-No jodas,
Berta, tú sabes que mi camión no lo maneja nadie, sino yo. Díle que ya voy y mándame un cafécito bien
negro.
-Tus
compinches te volvieron a embromar, ¿cómo vas a salir así? ¡Por Dios, mírate en
el espejo, Robinson, y enjuágate esa boca que apesta!
El gordo
desnudo abandona la cama de un salto y se mira en el espejo. Pega un grito,
suerte de mentada de madre colectiva para todos sus amigos y le lanza las
llaves del camión a Berta.
-¿Dónde
están esos coños que los voy a matar?
-Aquí el
único que queda eres tú, gordo. Tú sabes que eres el último en irte y el primer
chicharrón de la fiesta. Toma, ponte la sabana por encima, como los emperadores
romanos, y vente a mi cuarto que yo te voy a quitar toda esa pintura que te
adorna. Pero déjame admirarte así maquillado que hasta bonito te ves, mi gordo
sexy-. Berta se aleja con paso de jicotea tintineando las llaves del camión
entre sus dedos. -Cuando quieras cambiar de negocio me avisas, que aquí tienes
garantizado tu puesto.
Punta Zambo
emerge en uno de los extremos del territorio patrio, uno de esos rincones
olvidados de cualquier dios o demonio, rico en mosquitos, salitre y sequía
extrema seguida de lluvias a punto de inundación. La prostitución y el
contrabando son las actividades típicas del pueblo, una especie de El Dorado
concebido por algún autor de la literatura del absurdo, que atrae marejadas de
trashumantes que vienen y van por mar, río o la carretera de tierra. Sin
embargo, Punta Zambo (o "Puerto del Culo", como se le conoce
popularmente) mueve la economía y genera el sustento de unas trece mil personas
en los siete caseríos vecinos, cifras certificadas por el último censo.
Robinson es
uno de los caciques, el peso pesado del contrabando y Berta es la proveedora
local de sexo y entretenimiento.
-¿A quién le
cae mal un traguito? ¡A nadie! ¿A quién le disgusta mover el esqueleto a menos
que esté muerto? ¡A nadie! ¿A quien no le gusta hacer el amor? ¡A nadie!
¿Entonces? ¡Esto es pura y sana, sana, sana, culito de rana. Pura y sana
diversión! ¡El imperio de los sentidos! ¡La purificación de los pecados por la
perdición de la carne!- Ese es, con variantes,
el discursito de bienvenida que la madama Berta da a su distinguida clientela,
todas las noches del mundo, en su exclusivo "Mambo Zambo".
Show-woman
veterana, la presentación de sus chicas es otro espectáculo. Aprendido y
eternizado en su Honduras natal. Enriquecido y versionado aquí con el tiempo.
-De las
cortes europeas, metro y medio de pura belleza natural, exquisita y de primera,
el Mambo Zambo tiene el gusto de presentarles a Dóooooooooooria. Del medio
oriente, enigmática y cautivante, caliente como el desierto, aguantadora como
los camellos, prometedora como un oásis, pónganse de pie para recibir a la
favorita del sultán, Fáaaaaaaarha Diva. Directo de la muralla china, el tesoro
más preciado de ojos rasgados, la perdición de muchos hombres y de unas cuantas
mujeres, reciban con un aplauso a Líiiiiiiiii-Chí. De la tierra de las jirafas
y los leones, una salvaje del sexo, una hembra bestial, separada de su tribu
canibal por cazadores blancos, el Mambo Zambo tiene el privilegio de ofrecerles
a Shíiiiiiiiba, la diosa de ébano. De aquí cerquita, temible como la
naturaleza, un terremoto, un huracán, un volcán en erupción, un diluvio de
placer, ella es Míiiiiiiireya.
Antes que
madama, Berta fue puta y antes que puta, Berta fue poeta. O al menos así lo
creía mientras estudiaba en el rancio colegio de monjas, destacando como la
alumna obesa y fea, eso sí, pero inteligente y dedicada que leía a la
perfección en latín y declamaba con inspiración a Garcilaso de la Vega, Sor
Juana Inés de la Cruz, Rubén Darío. De allí le viene la vena teatral que exhibe
noche a noche, engalanada por sus collares de fantasía, aretes excesivos,
maquillaje recargado y vaporosas batolas pakistaníes que armonizan sus
movimientos. Porque de noche Berta es feliz y ligera cual pluma de avestruz a
merced de los ventiladores que refrescan el Mambo.
-Las putas
nacen.- dice Iguaraya, destilando en su garganta un shot de tequila reposado
Don Julio, sin sal ni limón, que eso es para turistas gringos pendejos. El
tequila se toma puro, sin mezclarlo con mierdas que te irriten el estómago ni
las mucosas bucofaríngeas.
-Las putas
se hacen, Iguaraya, como yo, y no te lo digo por ser la jefa.- riposta Berta,
sirviéndose otra taza de té de jazmin importado de Japón. -Las putas, como las
monjas, se vuelven putas o monjas por necesidad, por abandono, por despecho,
por herir a alguien, no sé, por cosas que el destino nos tiene reservadas.
-Las putas
nacen putas como yo. Yo soy puta, hija de puta. Puta por los cuatro costados.
Puta de nacimiento. Como la madre que me parió, que nació puta, vivió puta y
murió puta. Pero las putas somos tremendas madres. Mi mamá fue una madre
buenísima, atenta, dedicada. Y yo, lo mismo. Lo que si me molesta es que
utilicen el nombre de nuestra profesión como insulto. Que si puta, hija de puta
y todo eso. ¡Yo soy puta y a mucha honra, carajo, aúnque mal paguen todos esos
machos!
-¡Y qué
paguen caro esos bestias si quieren gozar con nosotras!- complementa Berta
terminando el té de su tercera taza.
La patrulla
costera es la santa patrona del
contrabando, incentivados por las grandes tajadas que se llevan en
electrodomésticos de última generación, licores y cigarrillos, quesos y
exquisiteces de procedencia variada. Nada de armas ni drogas, pues eso es
delito federal y trae demasiadas complicaciones. Esa es la única advertencia
que propios y extraños de Punta Zambo cumplen al pie de la letra. El tráfico
ilegal de todo lo demás es un caudal de dinero fácil que pasa de mano en mano,
rápidamente.
Robinson
paga sus consumos del Mambo Zambo en especies. Y paga bien. Porque Doria -la
adolescente con rostro angelical que interpretaba diciembre tras diciembre a la
virgen en el nacimiento viviente de su pueblo- es una puta cara. Exageradamente
cara. Inaccesible para los demás clientes. Y Robinson la tiene reservada casi en
exclusiva. El gordo disfruta desde el momento en que Berta la presenta de
primerita todas las noches y él puede percibir toda la lujuria que ella
suscita, toda la envidia que esos infelices le tienen porque él y sólo él
devora ese manjar negado al resto.
Doria sueña
con ser actriz. Delirio que Robinson alienta prometiéndole contactos con un
productor de televisión amigo suyo que pronto visitará Punta Zambo. En el
interín, resguardada por la confortable intimidad de su "camerino", Doria se
disfraza y recita de memoria ante el espejo los parlamentos de las heroínas de
sus telenovelas predilectas.
Mireya es,
en el otro extremo, la meretriz más económica y pragmática del Mambo. Una
hembra accesible a casi todos los clientes que maneja descuentos por volumen,
cuando se trata de atender a tres o cuatro simultáneamente. Su proyecto de vida
consiste en atesorar la mayor cantidad de dinero para volver a su pueblo y
ostentar su riqueza. Comprarle una casita a su mamá, dejarla bien acomodada y
desaparecer una vez más, debut y despedida, para siempre. La Mireyita no acepta
intercambio de mercaderías por sus servicios. Ni vestidos. Ni perfumes. Nada de
nada. Sólo dinero en efectivo que deposita al día siguiente en el banco.
Iguaraya
está clara, al igual que Berta y Robinson, que estos negocios no se dejan. Que
no es como mudarse de casa o cambiar de ropa. Que lo persiguen a uno toda la
vida, por más que se ponga distancia de por medio. Cual maldición, destino,
fantasma, karma, ¿vocación?
-La gente
cree estar de paso en Punta Zambo, pero Puerto del Culo nunca se aleja.
Patricia -la
Farah Diva- adolorida y cansada de tratar de ocultar los moretones de las
palizas que le daba su esposo, salió tempranito como todos los sábados al
mercado y nunca volvió. Con el dinero de las compras se hizo de un pasaje en
autobús al lugar más recóndito que pudiera pagar: Punta Zambo Una vez allí, sin haber trabajado nunca fuera
de casa, Patricia decidió que no sería tan malo cumplir con el deber conyugal
del sexo, con diferentes hombres sí, pero sin golpes. Y además recibiendo casa,
comida y dinero a cambio. Jamás se había sentido tan deseada ni querida. Tenía,
más que una familia, un matrimonio perfecto.
Al
preguntarle a Li-Chi, ¿Qué hace una chica como tú en un lugar como éste?, esta
panameña hija de inmigrantes cantoneses dirá que se le hizo insostenible el
yugo de vivir amordazada por estrictas tradiciones milenarias. Que ella es un
espíritu libre. Que admira a Yoko Ono. Y uno querrá creerle. Pero la exquisita
y esmirriada belleza oriental omitirá su irrefrenable compulsión por el sexo
propio y ajeno. Su remilgo por ponerse precio y venderse, cada noche varias
veces, a perfectos extraños que se satisfacen rellenando con múltiples
apéndices sus orificios. Su obsesión por envilecer su cuerpo con el incesante
recorrido de tantas y tantas manos diestras y siniestras.
Recien
llegada al prostíbulo, su entusiasmo -equiparado a su inexperiencia- la llevó a
desgarrarle la piel que circunda el glande de un cliente, durante una salvaje
sesión de sexo oral que incluía dentelladas. Apartando la hemorragia y los
alaridos del accidentado, el incidente se convirtió en otra anécdota. Li-Chí,
con la voracidad y la sapiencia de su inquieta lengua danzarina, tampoco dirá
que comparte lecho con Itamarú, la robusta carioca dueña de una lancha rápida
con el record de los "deliveries" más osados del puerto.
La última
crecida del río, en complicidad con la marea alta de fines de enero, arrasó con
la famélica choza del loco Pastor, un esqueleto ambulante con algo de piel
curtida cubriéndole los huesos, el único puntazambero que sobrevive comiendo -e
intercambiando por cerveza- los cangrejos colorados que captura con las
trampajaulas de bambú que coloca en la ribera. Una vez damnificado, Pastor
comenzó a recorrer Punta Zambo, a la usanza de los profetas apocalípticos,
proclamando a gritos los mensajes que la virgen, nuestra señora de los dolores,
le susurra todas las noches junto a la fogata que enciende para cocinar, allí
donde se alzaba su vivienda.
Y ante la ausencia
de novedades que distraigan la rutina, el pueblo ha reaccionado con una
curiosidad malsana que pugna entre el escepticismo divertido de casi todos y el
éxtasis místico de unas pocas vecinas. A falta de iglesia, las apariciones
religiosas son bien acogidas. Pastor cuenta desde entonces con una pálida
legión de mujeres que, a cambio de escuchar de su boca los designios de
"La Dolorosa", lo alimentan y cuidan. Con la misma tela del toldo que
levantaron junto a la fogata, las acólitas del iluminado confeccionaron las
túnicas que él viste ahora, otorgándole un aire efectivamente mesiánico.
Afiebrada
por los cuentos que ha escuchado desde su mudanza al puerto, Zoe -la esposa del
nuevo dueño de la granja de avestruces- entreteje complejos planes de peregrinaciones
que convertirían a Punta Zambo en el Lourdes del nuevo milenio. Habría que
dedicarse a recolectar fondos para construir una capillita, justo donde Pastor
conversa regularmente con la virgen. No se debe descartar la fundación de una
sociedad de adoratrices de la dolorosa, con doña Zoe de regente, cuya encendida
inspiración da para nuevos credos, evangelios y congregaciones, bendecidos o
anatemizados por el vaticano, no importa, pero con ella al frente, albaceas de
la vida y milagros del beato Pastor y depositaria de los secretos de nuestra
señora.
Porque bien
es sabido que el señor actúa de maneras extrañas y Zoe nació predestinada,
según le ha escuchado pontificar repetidamente a su madre. Ahora entiende la
inminencia de su viaje, el desarraigo con todo lo que dejo atrás en la ciudad
para aterrizar en este descampado y encontrar, encontrarse de frente con su
esencia, con su misión en la vida tan vacía que había llevado hasta el momento
y trascender. Trascender las limitaciones físicas que la rodeaban y asumir su
posición de facilitadora y portavoz autorizada de la señora del dolor -Pastor
mediante- quien pronto tendría que comenzar a materializar curaciones y otros
milagros.
Ajena a
cualquier inquietud, Shiba se demora untando su cuerpo con aceite de almizcle y
avellanas, tendida al sol salitroso del mediodía, sobre la azotea del Mambo.
Sin proponérselo, ella encarna el enigma aún no develado de Punta Zambo. Día a
día, alguien enriquece la mitología regional, inventándose una nueva fábula
shibeana, cada vez más bizarra, inverosímil y rebuscada. Pero lo único que
todos saben es que una noche Shiba se bajó del camión de Lucas, quien la había
recogido novecientos kilómetros antes, vagando en una carretera desierta.
Conmovida por el porte monumental de la negra, Berta le ofreció alojamiento y
comida que Shiba retribuyó con creces, sin mediar palabras, cocinando y
limpiando como una bestia. Cierta velada aceptó los requerimientos de un
cliente, de ejércitos de clientes. Nadie ha escuchado su voz. Encandilada por
la resolana, Shiba sonríe sabiéndose a salvo en uno de los confines de la
tierra.
sábado, 13 de septiembre de 2014
lunes, 8 de septiembre de 2014
cuantas palabras quieras
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A quien le apetezca jugar, que se "dispare" para allá: www.cuantaspalabrasquieras.blogspot.com |
viernes, 27 de junio de 2014
lunes, 24 de febrero de 2014
tuit de cine
domingo, 9 de febrero de 2014
lunes, 3 de febrero de 2014
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