
¿Qué se podría subastar entonces de un escritor ferozmente contemporáneo: su disco duro, el mouse impregnado de huellas dactilares, el teclado gastado por el uso donde algunos caracteres se han invisibilizado, su laptop o el pendrive que aloja algún texto inédito? ¿Su celular que ha "emitido" incontables y brevísimos mensajes de texto, su palm que nos permitirá exégesis quirománticas, videos digitales de sus coloquios públicos que no hayan sido "colgados" en youtube?