No es el 666, aunque sí el 444 de Caracas: finalmente, se han rebelado las estatuas. Leones pétreos devoran a miles de caraqueños desprevenidos que apenas custodiaban sus blackberries. Las 3 Gracias corretean desnudas por la calle Codazzi. Yo, voyeur, voy a por mi cámara.
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