
Ha sido radical aunque efectivo. Le he mandado a extirpar los pulgares a mi sobrina y, así, ha dejado de enviar y recibir compulsivamente mensajes de texto en su recalcitrante celular omipresente.

Resulta enternecedor el esfuerzo que hace para aprender a escribir con los ocho dedos restantes. Pronto se impacienta y llora inconsolablemente dada su neo-torpeza.

Obviamente ha perdido velocidad de respuesta y sus contactos ya no le escriben con la ferocidad de antes. Mi sobrina, sin sus pulgares, se ha vuelto too slow y disfuncional para el manejo eficiente y proactivo de la jerga de los mensajes de texto y el chateo.

Esta tarde, mi sobrina me ha amenazado con que, cuando cumpla la mayoría de edad, piensa reimplantarse los pulgares con algún biopolímero idóneo que le permita recuperar su velocidad y habilidad dactilográfica.

Mientras tanto, sus contactos han decrecido ostensiblemente. Su celular ya casi no ringtonea y hemos recuperado la sacrosanta paz de los almuerzos y cenas familiares.

Y es que mi sobrina era como el perro de Pavlov, salivando ante los gruñidos y estertores de su celular. Agradezco a Skinner por inspirarme la solución a este dilema.
¡Jajaja! XCLNT! de verdad que no se me había ocurrido tan efectivo remedio para ten vil enfermedad de los adolescentes de hoy.
ResponderBorrarMi hermana sufre de ese mal ¡no puedo esperar a verla para curarla!
¡Gracias Skinner!
¡Gracias Javier!
jajaja
Pero por dios, si los pulgares tienen un montón de funciones importantísimas!!!
ResponderBorrarSaludos
¡SUERTE QUE MI HIJO VIVE EN BUENOS AIRES, Y LE ROBAN EL CELULAR DÍA POR MEDIO! ASÍ PUEDE SEGUIR USANDO SU PULGAR, PARA OTRAS "MANUALIDADES"...jeje
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