
Suscribo la frase del ganador del premio Booker del extinto año pasado. Novelista irlandés nacido en 1945, autor de "El libro de las pruebas" e "Imposturas". Tal epígrafe lo he extraido de "Babelia", ese estupendo suplemento literario de
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Bueno, de pronto hasta podría ser medianamente bueno no tenerla en lo absoluto. Aunque claro, ahora que lo pienso, eso termina teniendo un riesgo demasiado grande de sorpresa. Por puro gusto por la digresión, recuerda ahora mismo la historia de amigo que vive en cierta ciudad al norte del río bravo, quien me contaba hace unos meses la desagradable historia de un peatón a quien, por causa de los malos hados de la nieve, terminó por caerla un carro de un solo platanazo en la cabeza.
ResponderBorrarAbrazo de año nuevo por allá, Javier.
Los inicios de año permiten con su "slow motion", cual licencia cronopoética, suscribirse a la frase de Banville, al menos durante unas cuantas jornadas en las que hasta las noticias bostezan sin atender al consabido protocolo del disimulo. Ya tendremos tiempo de sobra, Rodrigo, para asombranos e indignarnos como extremos del carrousel de emociones del 2007, evitando, eso sí, los carros y la nieve sobre nuestras cabezas.
ResponderBorrarAbrazo portátil, JML.
Te deseo el más feliz de los años nuevos Javier.
ResponderBorrarEstá muy interesante tu blog, lo añadiré al mío.
un abrazo
Hola, Mharía; ya he visitado tu blog "guerrero". ¡Bendita blogosfera que nos cobija!Enhorabuena y gracias.
ResponderBorrarAbrazo novísimo, JML.
Pensé que la Torre de Marfil en la cual se refugian algunos escritores había desaparecido con Rubén Darío...
ResponderBorrarDiego: torre, sí, pero de Babel; de papel también (aunque cada vez menos); cibercimentada. Minarete, mejor. Obelisco, jamás. Parpadeo estroboscópico de faro.
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