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viernes, 1 de septiembre de 2006

Rescatado el ego noruego, merced a Munch, grita desnuda su madonna pelinegra

El ego noruego se hallaba extraviado desde aquel proverbial 22 de agosto de 2004, cuando un par de "amigos del arte ajeno" (o miembros honorarios de la cofradía de fanáticos de Munch, la apócrifa "Munch's Fans Club"), sustrajeron del apacible Museo Munch de Oslo el archireputeadísimo ícono de "El grito" y la menos aireada "Madonna" munchiana (nada mediática, por suerte, hasta ahora que experimenta sus quince minutos de escándalo masscultiano que mentaba el Warhol y teorizaba Dwight Macdonald). Hoy, en soterradas aunque felices circunstancias, ambas obras aparecen y los encargados museísticos prometen, prontamente, permitir su acceso al escrutinio público. Nuestro entrañable Eduard podrá, entonces, reasumir su reposo inmortal iniciado en 1944. Lo interesante sería ficcionar qué fue de la vida de estos lienzos durante estos dos años: ¿cuál fue su periplo?; ¿traspasaron las fronteras noruegas o permanecieron en el vecindario?. Pero, sobretodo, cuáles paisajes y a quiénes contemplaron la sensual virgen y el gritón; ¿estuvieron juntos, cuán próximos, íntimos, evasión mediante?; ¿intercambiaron puntos de vista, acerca de qué conversaron? Me fascina la idea de esta contrapartida sustanciosa de las obras de arte, eternamente condenadas a ser objetos inanimados de contemplación. Que nos miren ellos por esta vez, que nos espíen, nos observen, nos escruten y que nos cuenten ellos, desde su propia perspectiva, nuestras historias (stories, y mira que aquí sí que resulta útil el inglés para diferenciarse de ese inventario histérico de la memoria que casi siempre resulta la history).

4 comentarios:

Catriela Soleri dijo...

El trabajo de Munch me parece fabuloso, aunque "El grito" es el que menos me gusta.

©Javier Miranda-Luque dijo...

Coincido en tu apreciación. Esta madonna, por ejemplo, es una delicia. JML.

©Javier Miranda-Luque dijo...

Torrealbart: aprecio harto tus visitas y aportes a mi blog. En torno a la posibilidad lúdica que asomas, yo me preguntaría si con las posibilidades gráfico/digitales que en este milenio prodigioso disponemos, no son entonces todos los lienzos "originales", todos "falsificaciones", todos "clones", todo simultáneamente. En todo caso, el ciberespacio es un museo virtual abierto a nuestros ojos, al que todos echamos mano (teclado, mouse, clicks mediante), para atesorar íconos en la bóveda ilusoria de nuestro disco duro. Abrazo colorítmico, JML.

©Javier Miranda-Luque dijo...

Torrealbart: desde luego, nada como el objeto primigenio con toda su carga energética. Extrapolando de la pintura a la literatura, por ejemplo, el libro como objeto fetichesco es una realidad palpable, sin referirme a manuscritos originales o primeras ediciones. Y sobre los derechos de autor, seamos pintores o escritores, pues imagínate los bemoles implicados. Pero, por otra parte, internet propicia la libre circulación, la accesibilidad inmediata de íconos y palabras, música, sonidos, videos... Esperemos que quienes aquí publicamos, tengamos el buen gusto, simplemente, de citar los créditos autorales respectivos. Nada menos. Ciberabrazo con royalties, JML.